Hasta ahora, el diagnóstico «se realiza cuando ya está un 30% de la articulación destruida», según el reumatólogo Francisco Blanco, director de la Plataforma de Proteómica del Instituto de Investigación Biomédica (Inibic). Pero frenar la artrosis podría ser un hecho de aquí a 5 o 10 años. Esta dolencia, que consiste en la destrucción y desgaste de las articulaciones, podría encontrar un tratamiento gracias al diagnóstico temprano. Un magnífico reportaje de El Mundo/Salud nos habla de que, según este reputado reumatólogo, en un plazo de dos años el kit de diagnóstico precoz se podrá utilizar de forma rutinaria, y que «en menos de una década habrá una terapia para paralizar el desarrollo de esta afección reumática que afecta a siete millones de personas en España y a la que se destina en torno al 1,5% del PIB nacional».
Según explica el artículo de El Mundo, hasta la fecha, el diagnóstico «se realiza cuando ya está un 30% de la articulación destruida, lo que supone un problema en este tipo de enfermedad reumática, porque al encontrarse en un estado tan avanzado, no hay grandes instrumentos para frenar la destrucción», ha explicado el reumatólogo Francisco Blanco en Santander, donde tomó parte en el seminario Plataformas tecnológicas y Big Data aplicados a la medicina de precisión, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Gracias al estudio proteómico –de las proteínas– en los tejidos afectados, han localizado seis biomarcadores, «ya en fase de patente», que permiten diagnosticar la enfermedad en un momento incipiente con un 96% de sensibilidad. Esto «posibilita un diagnóstico precoz con muy alta probabilidad, lo que permitiría desarrollar herramientas terapéuticas más eficaces». Herramientas que podrían salir a la luz en la próxima década según Blanco, que ha destacado que «para frenar la artrosis faltarán como cinco o 10 años».
«Si conocemos qué sustancias se liberan en fases tempranas, qué tejidos se empiezan a destruir, podemos diseñar tratamientos que puedan ir dirigidos a frenar la progresión de la enfermedad», ha añadido. En este sentido, el reumatólogo ha predecido que en dos años habrá un «kit de diagnóstico de forma rutinaria» que permitiría una pronta detección de la artrosis.
En una década
El reumatólogo ha augurado que, de los siete millones de españoles que padecen la enfermedad, «el número va a seguir creciendo», y cifró el aumento en 70 millones de afectados en Europa dentro de 10 años. La razón sería, además del envejecimiento de la población, la tendencia a realizar «actividades deportivas más intensas que favorecen el desgaste», aseguró. Así, se mostró partidario de «convencer a la población de que tiene que tomar una serie de medidas».
«Hoy sabemos que el sobrepeso tiene mucho que ver con la enfermedad», ha señalado, a la vez que ha llamado a evitar la actividad física intensiva. «Siempre recomendamos el ejercicio, pero el deporte de forma intensa es malo para las articulaciones; se sabe que el 100% de los deportistas profesionales desarrollan artrosis», ha defendido. Estas herramientas «con diagnóstico más certero» permitirían la concienciación de la población para que «derive su actividad física a otros deportes como la natación, el ciclismo, el senderismo, o caminar, que no perjudican las articulaciones».
Otro investigador, Fernando Corrales, codirector del seminario y director de la Plataforma de Proteómica y Bioinformática del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, equiparó el conocimiento de las proteínas al «hito» de la secuenciación del genoma humano, «que ahora puede hacerse en tiempo récord y a un coste asumible». Los proteomas, explicó, son los que provocan las funciones en las células.
La bioinformática, clave
El reportaje de El Mundo explica que el objetivo de entender su funcionamiento «se presenta como uno de los últimos retos de la biología moderna». Un reto que se encuentra en «primeras fases» y que, en último lugar, permitirá «desarrollar aplicaciones químicas que llevarán a la medicina de precisión», ha añadido el especialista. Así, estas «estrategias para generar conocimientos» se centran en enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, reumatoides o infecciosas. «En todas esas áreas estamos contribuyendo a generar herramientas».
Concha Gil, directora del Centro de Genómica y Proteómica de la Universidad Complutense y codirectora del seminario, destacó por su parte la importancia de la bioinformática, y aseguró que «se requieren muestras biológicas de calidad para esos estudios que se van a llevar a la medicina personalizada». Una «mejor comprensión de la enfermedad», destacó, «para mejorar la calidad de vida».