Esta primavera será una estación que difícilmente olvidarán nuestros mayores: un 60% de los más de 25.000 fallecidos por coronavirus superaban los 60 años, y un 95% ya tenía 80 o más. Ahora, poco a poco están pudiendo volver a poner un pie en la calle para disfrutar de un paseo de esos que se gozan con ganas. Porque sí aprendemos a valorar las cosas cuando las perdemos, el respirar aire puro se ha convertido en el tesoro más preciado en este retorno a la normalidad.
Desde hace unos días, y bajo un sol radiante, nuestros mayores no han desperdiciado la oportunidad de salir de paseo. A partir de las diez, según lo establecido, y con más respeto del habitual a las distancias cortas. Resulta casi imposible identificar algún corrillo, ya que la responsabilidad ha sido la tónica reinante en la reconquista de la vía pública.
Ahora que se habla abiertamente de ‘desescalada’, y que todavía muchos ciudadanos no saben cómo afrontar, es bueno repasar una serie de recomendaciones para afrontar la sa vuelta a la nueva normalidad tras el Estado de Alarma de la Covid-19, así como los efectos emocionales y económicos de la crisis sanitaria y económica.
La vuelta a la normalidad
La vuelta a la normalidad plantea muchos retos para la sociedad en los próximos meses: el miedo a contagiarse de los más mayores, la reinvención de muchos autónomos que han perdido su trabajo, rupturas de pareja, el duelo de los niños, la continuidad del teletrabajo de los padres…
Pero, más allá de las seis pautas de la OMS para la vuelta a la normalidad, tras las semanas de confinamiento por el coronavirus, y que repasaremos ahora a continuación, lo cierto es que, durante el confinamiento, muchos de los mayores de nuestra tercera y cuarta edad han acentuado sus cuadros de depresión y ansiedad. Al dejar de sentirse útiles porque han perdido su actividad habitual y el contacto físico con sus nietos, también han sufrido una bajada de la autoestima.
Perder el miedo
De cara a su salida progresiva del confinamiento, podemos recomendar que no desarrollen amenazas imaginarias porque les hacen aún más vulnerables. El miedo por exceso genera estrés y ansiedad, rebajando las defensas de su sistema inmunológico. Por el contrario, pensar que todo está solucionado conduce a saltarse las medidas de seguridad, como algunos padres durante su primer día de salida con menores.
Debemos insistir en sustituir el distanciamiento físico por acercamiento emocional, aunando creatividad y nuevas tecnologías. Muchos han perdido a conocidos, seres queridos, sin siquiera poder despedirse. En estos duelos a distancia, pequeños rituales como realizar un altar con fotos son una manera reparadora de empezar a decir adiós en casa.