Son muchos los efectos secundarios que se han estado detectando en pacientes y personas que han padecido COVID 19. Sin embargo, hasta no hace mucho, los estudios médicos se centraban en los efectos físicos en teoría más graves y fáciles de detectar como lesiones en los pulmones, problemas cardiovasculares, fatiga, problemas respiratorios, tos, dolor en las articulaciones, dolor de cabeza, etc…
Estos efectos se han venido observando en personas que han padecido la enfermedad tanto a medio como a largo plazo y están siendo estudiados detenidamente por médicos y científicos desde casi el inicio de la pandemia.
Sin embargo, en los últimos meses se han intensificado las investigaciones relacionadas con las preocupantes secuelas que deja la enfermedad en el cerebro, ya que a medio plazo se está observando un incremento de los efectos neuronales que el COVID19 tiene en las personas que lo han padecido.
Y es que los últimos estudios revelan que alrededor de un 40% de las personas que han padecido COVID19 presentan síntomas neuronales tras pasar la enfermedad. Estos síntomas van desde los mareos o dolor de cabeza, hasta la niebla mental o, incluso, el incremento del riesgo a padecer ictus o enfermedades mentales tan graves como el alzheimer o el parkinson.
Los investigadores además se han dado cuenta de que cada vez están apareciendo más casos de pacientes a los cuales la enfermedad ha afectado a su sistema nervioso central y/o periférico.
Entre los síntomas más frecuentes registrados encontramos cefaleas (dolor de cabeza) de leves a moderados, mareos y vértigos, niebla mental, anosmia e hiposmia o encefalopatía (leves y moderadas).
A estos efectos más habituales se deben añadir sintomas más graves aunque, afortunadamente, menos habituales, como cefaleas y encefalopatías graves, coma, ictus, crisis epilépticas, encefalitis, paralisis facial, paralisis de nervios oculares, polirradiculoneuropatias o derrame cerebral.
Además, como hemos mencionado con anterioridad, los estudios ven importantes indicios de que en pacientes graves de COVID19 aumenten las posibilidades de padecer alzheimer, parkinson y otras enfermedades neuronales degenerativas.
De hecho, en los últimos meses, los avances en el estudio de los efectos neuronales que el COVID19 tiene en los pacientes ha hecho que médicos y científicos lleguen a la conclusión de que dichos efectos son mucho más importantes de lo que se pensaba.
Esto ha abierto nuevas teorías y líneas de investigación, entre las cuales destaca la sospecha que tienen muchos investigadores de que buena parte de las muertes por insuficiencia respiratoria provocada por el COVID19 se producen por daños en el cerebro y no en los pulmones, como se pensaba de forma generalizada hace unos meses.
No obstante, los investigadores barajan 3 hipótesis para explicar dichos daños y secuelas neuronales presentadas por pacientes y personas que han superado la enfermedad.
La primera de estas hipótesis es la que dichos daños han sido causados por la falta de oxígeno en el cerebro en los casos graves (la también llamada “hipoxia feliz”). La segunda hace referencia a la famosa “tormenta de citocinas”, que no es otra cosa que la respuesta inflamatoria de nuestro cuerpo ante el ataque del virus.
Estas 2 hipótesis eran hasta hace bien poco las más extendidas entre la comunidad científica. Sin embargo, en los últimos meses una tercera hipótesis, la que afirma que el virus ataca al cerebro causando de forma directa dichos efectos y secuelas, se está imponiendo entre buena parte de los investigadores.
Y es que aunque el cerebro posea un “blindaje” contra virus e infecciones (la “barrera hematoencefálica”, formada por celulas especializadas dentro de los capilares que atraviesan el cerebro y la médula espinal), cada vez hay más indicios de que el COVID19 puede atravesar dicho “blindaje”.
Diferentes estudios en diferentes países como Francia, Italia, Japón o China han encontrado restos del virus en el líquido cefalorraquídeo o en las células endoteliales que cubren los vasos sanguíneos del cerebro.
Esto es especialmente preocupante porque implicaría que, al ingresar en el sistema nervioso central, el virus no solo puede causar daños de diferente índole en nuestro cerebro, aumentando la posibilidad de desarrollar enfermedades cerebrales degenerativas, sino que además podría permanecer allí oculto para regresar años más tarde.
Es importante resaltar que este comportamiento del virus no sería de ninguna manera algo nuevo. A lo largo de la historia se ha demostrado que otros virus han podido atravesar la barrera hematoencefálica. Este sería el caso de la varicela o de diferentes tipos de gripe, como la que causó de la pandemia de 1918.
Hasta aquí este post sobre los efectos del COVID19 en el cerebro. Deberemos estar muy atentos para ver hacia donde nos llevan estas nuevas líneas de investigación abiertas por la comunidad científica.