El maltrato desconocido a la Tercera Edad

Según datos facilitados por el Imserso, solo se notifica uno de cada 24 casos de maltrato a personas mayores. Y eso que en España hay alrededor de 500.000 afectados, lo que lo convierte sin duda en un problema importante de salud pública. Esta violación de los derechos humanos incluye el maltrato físico, sexual, psicológico o emocional; la violencia por razones económicas o materiales; el abandono; la negligencia; y el menoscabo grave de dignidad y la falta de respeto.

Maltrato a la Tercera Edad

Según publica ElMundo, cuando los mayores son conscientes, muchas veces no saben cómo denunciar. «No quieren causar más problemas de los que ya creen que están originando y temen las consecuencias que una denuncia pudiera suponer», según Ángel Quesada, vicepresidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA)

A pesar de la dificultad que conlleva extrapolar la realidad del maltrato a los mayores a las estadísticas, un estudio publicado en la revista The Lancet Global Health y financiado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculaba, a principios de este año, que una de cada seis personas de edad avanzada sufre algún tipo de maltrato en todo el mundo, lo que supone aproximadamente unos 141 millones de afectados (en España, alrededor de 520.000 maltratados mayores de 65 años). Según la Fundación ONCE, el riesgo a sufrir situaciones vejatorias se multiplica por 10 cuando el afectado presenta discapacidad, lo que ocurre en un alto porcentaje de los mayores.

Teniendo en cuenta estas cifras, que se presuponen subestimadas, y la baja tasa de denuncias que se ponen, los expertos coinciden en la necesidad de concienciar a la sociedad sobre la vulnerabilidad de esta parte de la población. Por eso, coincidiendo este mes de octubre con la Semana del Mayor, la directora general del Imserso, Carmen Balfagón, ha anunciado que trabajará con CEOMA y el resto de entidades del sector para desarrollar una ley contra los malos tratos a las personas de edad avanzada.

Estrategia antimaltrato

«La idea es elevar al Consejo de Ministros una estrategia dedicada al buen trato de las personas mayores. Es importante que se adopten las medidas oportunas para estimular las denuncias y las buenas prácticas en el trato a los mayores, con la dignidad que se merecen». Será en el marco de la Estrategia Nacional de Personas Mayores 2018-2021, en la que se propone normativa específica de vigilancia, seguimiento e inspección de instituciones para evitar casos de maltrato, un protocolo ante situaciones de emergencia que garantice de forma inmediata alojamientos para quienes lo sufren en su casa y el agravamiento de penas, señalando el maltrato como causa de desherede y delito de cárcel.

«El maltrato a los mayores está en la categoría del maltrato a colectivos sensibles, como ocurre con las víctimas de violencia doméstica y los menores. Sin embargo, así como estos dos sectores cuentan con normativa específica, los mayores no», argumenta Juan Siso, miembro de la Asociación Española de Derecho Sanitario y vocal del comité nacional de ética del Imserso. «Existen multitud de normas jurídicas de derechos de las personas mayores: artículos en la Constitución Española, normas civiles, penales, sanitarias, sociales o administrativas. Pero lo deseable es que estuvieran aglutinadas en una ley que facilitara el conocimiento a los ciudadanos y el trabajo a los operadores del derecho».

Incluso desde la Confederación Española de Organizaciones de Mayores se apuesta por un servicio telefónico de ayuda como el 016 que ya existe para la violencia de género. «Se ha trabajado mucho y bien sobre este aspecto y también el abuso escolar, pero faltamos nosotros. Queremos ese teléfono», señalaba Carmen García Revilla, la presidente de CEOMA, durante las jornadas celebradas en octubre por la Semana del Mayor (‘Todos contra el abuso y maltrato: dignidad y excelencia en el trato a las personas mayores y a los mayores con discapacidad’). «El mayor ya tiene suficientes dificultades y necesita un teléfono que no quede registrado».
Ésta habría sido la vía más fácil para acabar con el silencio de personas como Francisca. Su caso respondía precisamente al tipo de maltrato más habitual, el psicológico: burlas, amenazas, humillaciones, insultos, infantilización, aislamiento social (un 15% de los mayores no tiene ningún amigo, según un estudio español sobre la soledad)… Y también ocurría en el entorno más frecuente, el familiar, donde, según la Red Internacional para la Prevención del Maltrato a las Personas Mayores (INPEA), se produce el 75% de los maltratos. El 25% restante acontece en instituciones públicas o privadas.

No sólo violencia física

Existen otras formas de maltrato que incluyen el abuso económico. Por ejemplo, «cuando se les intenta inhabilitar sin causa justificada con el objetivo de poder vender su vivienda sin que pueda oponerse, para firmar poderes, testamentos…», apunta Carmen Sánchez, geriatra del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. En ocasiones, las agresiones también son físicas, a modo de golpes, empujones o contenciones. Incluso puede haber abuso sexual. A veces, el cuidador empieza a abandonar los cuidados básicos del mayor, relacionados con la higiene, la ropa, la nutrición y la hidratación.

«Los médicos tenemos un medio estupendo de confidencialidad y sinceridad que nos permite detectar las sospechas de un posible maltratado», subraya la geriatra. «Contamos con la posibilidad de hacer una exploración física, así como una entrevista personal a solas tanto con el afectado como con el acompañante […] Si vemos que el cuidador insiste en responder cuando preguntamos al paciente o si éste no habla sin mirar a la persona que le acompaña, buscando su aprobación; si vemos que se pone nervioso o reacciona con temor, si se muestra con ansiedad, angustia o tristeza…». Son sólo algunas de las señales de alarma incluidas en el protocolo para la prevención, la detección y el abordaje de malos tratos. También hay que prestar atención a «aquellos pacientes que llegan a Urgencias con varios hematomas y/o fracturas en distintos estadíos de evolución».

A partir de aquí, argumenta la doctora Sánchez, el facultativo traslada sus sospechas al trabajador social para que continúe indagando y facilitando las ayudas pertinentes, junto con el médico de atención primaria. «No nos corresponde a nosotros dirimir si hay delito o no. Nuestra responsabilidad se cumple cuando hacemos un buen informe médico con las lesiones físicas si las hubiera y la descripción lo más objetiva posible de síntomas como apatía, ideas de suicidio, etc.». Sólo si hubiera un claro riesgo vital ante lesiones físicas graves, «comunicándolo al juzgado, existe posibilidad de ingreso inmediato, alejado del presunto maltratador».

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